domingo, 31 de octubre de 2010

Mis juegos, Mi Hobby VI: Mega CD

Gracias a un videoclub cercano a casa donde tenían a disposición de alquiler bastantes juegos de Mega-Drive tuve la oportunidad de probar una gran cantidad de títulos para la consola, ya que prácticamente cada fin de semana solía alquilar uno pudiendo conocer cosas como Strider que actualmente es uno de mis juegos preferidos de toda la historia o rememorar arcades que había disfrutado en recreativos como Two Crude Dudes. Además, no muy lejos de casa había una tienda de electrónica donde tenían un puñado de juegos de Mega piratas también de alquiler. Eran juegos fabricados en china y cuyo cartucho solía contar con dos títulos, uno bastante conocido como Revenge of Shinobi o Shadow Dancer y luego otro totalmente desconocido en occidente que solía ser un shoot'em up -algunos realmente buenos-.
Ambas cosas, junto al hecho de tener varios compañeros con la máquina con los que poder intercambiar juegos hizo que pudiese conocer con bastante profundidad el catálogo del sistema, por no decir, que donde no podía llegar jugando, llegaba a través de los vídeos de publicidad que revistas como Hobby consolas y Super Juegos regalaban periódicamente y que no paraba de visionar una y otra vez hasta desgastarlos.


Algunos de los mejores y más memorables títulos que jugué en la máquina fueron aquellos basados en personajes Disney que desarrollaba Sega: Castle of Illusion, Quackshot o el genial World of Illusion y su divertido modo cooperativo.

Obviamente por aquella época y habiendo tenido solo consolas de una marca me comportaba como suele ser normal en esos casos, defendiendo a capa y espada mi elección por encima de Super Nintendo, por mucho Street Fighter y demás que pudiese tener esta consola y siempre alegando argumentos a favor de las máquinas de Sega. Y teniendo en cuenta, tal y como he mencionado antes, que muchos amigos contaban con la misma consola era fácil tener a los pocos usuarios de Super Nintendo marginados. Aún así, mi interés por los juegos en general era más fuerte que el interés por una sola marca, por lo que igualmente me informaba de todo lo que aparecía para ésta así como también compraba prensa dedicada exclusivamente a las máquinas de Nintendo, cosa que más tarde agradecí.

El pan nuestro de cada día en un patio de colegio cualquiera a principio de los años 90

Y así pasé más de dos años y medio jugando con mi Mega-Drive, hasta que casi en el otoño del 93 mi hermano trajo a casa un nuevo y flamante MegaCD en el que se gastó casi la totalidad de su sueldo del mes (ríete tú de trabajos basura de hoy en día). En el pack de la máquina venía incluido el juego Road Avenger, una aventura realizada integramente en anime en el que teníamos que apretar los botones indicados en pantalla para poder ir sorteando las situaciones, es decir, un juego basado al completo en los tan comunes QTE de hoy en día. La verdad es que en el momento de la compra quedamos bastante impresionados por los gráficos que podía poner la máquina en pantalla -aunque fuese una “película” y por la calidad de las músicas y voces, así como la propia novedad de contar con un formato tan nuevo para nosotros como era el cd.


Épico

Por desgracia al aparato le sacamos poco partido porque, la verdad sea dicha, los juegos que aparecían para él no eran muy allá, muchos basados totalmente en escenas de vídeo y de dudosa jugabilidad, ya que los mejores o no llegaban a nuestro mercado o lo hacían en contado número. Los dos únicos títulos que se añadieron a la colección de MegaCD fueron Tomcat Alley, otro título-película interactivo basado en mover un soso punto de mira por la pantalla mientras actores nos soltaban un rollo ininteligible en inglés (sin subtítulos) y que pronto dejamos abandonado* y, por suerte, Sonic CD, posiblemente el mejor título del erizo jamás creado y que, éste sí, nos dejó boquiabiertos con su jugabilidad, sus músicas, fases de bonus, multitud de zonas diferentes y variaciones de éstas y en general su redondo acabado.


El mejor juego de Sonic jamás creado.

También es cierto que poco tiempo después de la llegada del MegaCD a nuestra casa le acompañó la entrada de una bonita super nes de segunda mano con un buen puñado de títulos y que eclipsó bastante al Add-on de Sega, el cual no pasó mucho tiempo conectado a la Mega Drive antes de ser desmantelado y guardado en su caja donde yace hasta el día de hoy.

La verdad es que es una pena que un cacharro tan caro como éste pasase con más pena que gloria, no solo por nuestra casa si no por occidente en general, más teniendo en cuenta que realmente su librería de títulos no era tan mala al menos en el país del sol naciente, pero por desgracia en estos lares esta se basaba en su casi totalidad de juegos interactivos y adaptaciones de títulos de MegaDrive con intros de dibujos y banda sonora en pista de audio. Además, aún viniendo los juegos en CD y siendo un formato mucho más barato que los cartuchos, los precios no solo no eran iguales, si no ligeramente más caros. Si no se hubiese intentado sangrar al usuario con esos precios y éstos hubiesen sido más acordes al precio de fabricación quizás hubiese bastando para impulsar tanto la venta de más juegos como la de más unidades del lector de Sega.

Nunca lo vi en las tiendas

*Es que era un puto mierdolo de cuidado. A veces aún abro el cajón donde permanece guardado y le escupo en la carátula.

miércoles, 27 de octubre de 2010

¿Tan diferente es?



Marcos lee. Mucho. Es de esa clase de personas devoradoras de libros, de los que se sientan a primera hora de la tarde en su sillón con un buen libro y no se levantan hasta que lo han acabado. Debierais ver su biblioteca personal, prácticamente ocupa toda una habitación, llena de estanterías hasta arriba saturadas de libros, algunos incluso intentando taponar los pocos espacios vacíos que le quedan libres. Es un gran aficionado a la lectura y no hay mes que no devore un buen montón de libros de cualquier temática, la verdad es que no le hace asco a nada, hoy puede estar leyendo un clásico de la literatura española, mañana puede estar releyendo “María” y pasado puede leerse algún libro de inicio a la física o a la astronomía. No le importa ni género ni época.
Sobra decir que en su amplia colección tiene ejemplares de todo tipo, ediciones antiguas, de coleccionista, primeros ejemplares de algún título antiguo, innumerables versiones del Quijote y una colección de obras de Shakespeare tanto en tapa dura como en edición barata de bolsillo para podérselos llevar de viaje.
Marcos es una de las personas más cultas que conozco.



Hola, soy un tío culto. Estoy leyendo una edición de El príncipe de Maquiavelo, encuadernada con piel de camella y ribetes dorados hechos a mano por un Tuareg manco. Mi hija está leyendo un pequeño ensayo sobre física nuclear

Sergio es un loco por el cine. No hace falta más que entrar en su casa para darse cuenta de ello ya que lo primero que veremos en su salón es la basta colección de películas en VHS y DVD que tiene situada por todos lados. En el mueble de la tele, en una rinconera al lado de la ventana y cómo no, en las múltiples estanterías de Ikea que tiene colocadas por todos lados. Hace poco que empezó a acumular nuevas versiones en Blu-ray de sus antiguas películas y todavía no tiene más que un centenar, pero ya empiezan a hacerse también su lugar en el salón.
Pero todo eso se queda en nada cuando uno pasa a su sancto sanctorum, su habitación particular dedicada exclusivamente al cine, con su proyector de cine HD con montones de rollos de celuloide a su disposición y varios reproductores: beta, vhs, láser disc, dvd...
También participa en varios blogs dedicados a cine y tiene su propia sección de crítica de cine en un par de periódicos de la zona, lo cual le permite tener un pase gratuito para poder acudir a ver los estrenos cada semana, de los cuales, no se pierde ni uno.
Sergio es aquello que podríamos llamar un cinéfilo.



8674 películas y ninguna de ellas es porno. Awesome

Raúl en cambio, es diferente. Creo que no ha llegado a madurar todavía. Se pasa todo el día delante de la pantalla de la televisión jugando a videojuegos. Y es que no lo entiendo, le tienen la mente absorbida, no le basta con tener una consola como todo el mundo y algunos juegos, no, tiene una especie de síndrome de Diógenes que le obliga a tener toda una habitación llena de máquinas de éstas: desde las más primitivas que movían palitos y son en blanco, pasando por las actuales y varias que ni tan solo han salido en nuestro país y que no había visto jamás. ¿Y los juegos? Tiene a montones, decenas de ellos apilados en estanterías uno encima de otro y en varias filas...¡Algunos incluso los tiene repetidos para varios sistemas! Eso es de locos y es tirar el dinero cuando lo podría dedicar a cosas más útiles. Por no hablar de que tiene incluso una máquina recreativa en el salón que él mismo compró y restauró...Como si eso fuese un bar de mala muerte.
¿Para qué quiere alguien saber cuándo apareció tal o cual juego o en qué sistema lo hizo o para qué sistema era mejor? ¿Y para qué tiene conectadas varias consolas a la vez? ¿No le basta con una? ¿Y el tener una televisión de tubo y una HD en la misma habitación?
Buf, su obsesión llega a tanto que incluso redacta artículos sobre los juegos que prueba y los cuelga en foros, blogs y páginas de internet. Y ni tan solo le pagan...Qué triste.
Desde luego Raúl es un friki de mucho cuidado y no le vendría mal crecer un poco.



Frikazo. Y encima seguro que no folla

Y así va el tema, sentarse frente a un libro y pasar páginas sin otra cosa más que leer algo escrito por otra persona o sentarse inmóvil a ver una película durante un par de horas es cultura y arte a la par que ocio. Saber de videojuegos es ser un tío raro, inmaduro y antisocial.

P.S: No, no me ha pasado nada y nadie me dijo nada, simplemente me vino el tema a la cabeza mientras comía.