lunes, 14 de diciembre de 2009

Mis juegos, mi Hobby. Parte V: Megadrive llega casa.

La última vez que había hablado sobre el tema -hace ya un montón- había explicado como me hice con una Master System y como una Game Gear había entrado en mi vida, pero como es lógico, ahí no acaba la cosa.
Por aquella época como había mencionado anteriormente no existía la prensa escrita dedicada exclusivamente al mundo de las consolas, por lo que si querías informarte sobre éstas debías recurrir sobretodo a publicaciones dedicadas al mundo del ordenador como la gran -literalemente- Micromanía, MegaOcio o estar suscrito a alguna publicación oficial como la del Club Nintendo que era genial o la irrisoria revista que te enviaba Sega a tu casa. Ahí fue donde me empecé a enterar de que Sega tenía en el mercado una consola llamada MegaDrive con gráficos aparentemente mejores que los de mi Master System y sobretodo, mucho más cara, unas 40,000 pelas de la época -unos 260€ al cambio- que por aquel entonces era MUCHO dinero. Pero tampoco era algo que me quitase el sueño, al menos, hasta que llegó Octubre de 1991 y en el mercado hacía su aparición la primera revista dedicada en exclusiva al mundo de las consolas con reportajes, análisis y publicidad centrados en esa parte marginal del mercado.



Fue a través de las páginas de esa revista y sus análisis que empecé a apreciar de una manera más acusada la diferencia que había entre las consolas de 8bits y el monstruo que era la Sega MegaDrive: análisis como el de Sonic, Strider, Ghoul's and Ghosts, Altered Beast....te dejaban con la boca abierta al ver la calidad gráfica de la que era capaz la máquina. Y fue concretamente en el número 2 de esta publicación que me quedé totalmente encaprichado de la máquina al leer el análisis de Streets of Rage, donde el diseño de personajes, la utilización de la paleta de colores y el texto del redactor (que destacaba como puntos positivos “la música, la música y la música”) se me quedó grabado en la retina.



A partir de ese momento y dada la proximidad de la campaña navideña empecé a insistir a mis padres para poder pedirme una para Navidad. Obviamente me dijeron que no y se negaron en rotundo, alegando como razones principales el que ya tenía consola y para qué iba a querer otra y su elevado precio. Aún así, yo insistí enseñando fotos y comparando títulos comunes de Master System y Mega Drive para hacer ver que el salto cualitativo era muy bestia en esta última como para ignorarlo aunque ahora dudo que realmente ellos supiesen ver las mismas cosas que veía yo en aquellas capturas. Cuando parecía que todo estaba perdido y no iba a poder pedirla como regalo, en una tarde que estábamos comprando las cosas para la cena de nochebuena en un Hipercor mis padres me dijeron que habían decidido comprarla con la condición de que no dejase de estudiar y lo aprobase todo*. Así nos dirigimos a la sección de videojuegos que había en la última planta y me dieron el capricho no solo de una Mega Drive si no también de escoger un juego para variar el que ya llevaba la máquina de regalo (Altered Beast). De todos los que había solo recuerdo ahora con claridad dos: el primero, la magnifica conversión de G&G que había hecho Sega (ya que Nintendo obligaba a las thirds a hacer juegos en exclusiva para ella), y el segundo Streets of Rage, que es el que me acompañó en la compra.



Recuerdo llegar ese día a casa por la noche, desempaquetar todo rápido de la caja, conectarlo todos los cables precariamente y con prisas y conectar SoR pasando totalmente de Altered Beast. Lo que vieron mis ojos es algo que no creo que olvide jamás: La, más que espectacular, bella intro explicando la historia y presentando a los protagonistas, la música, el sonido de los golpes...En definitiva, la sensación de estar jugando a una maldita recreativa en mi casa. Fue algo que parecía increíble, magia pura y sobretodo ser muy privilegiado por tener ese pedazo de consola en casa. Recuerdo que esa noche no pude jugar más de 10 minutos porque teníamos que ir de visita familiar, pero me pasé toda la noche histérico pensando en lo que acababa de ver en mi casa y al día siguiente creo que madrugué como nunca para poder viciar.



Y es que Sega Mega-Drive para la época en que fue lanzada originariamente al mercado (1988 aunque aquí llegó más tarde, en el 90) era un verdadero monstruo técnico, capaz de poner en los hogares versiones de placas recreativas como System-16 o la CPS1 de Capcom sin tener mucho que envidiar a sus homónimas versiones arcade, viniendo más las diferencias por problemas de memoria que por la capacidad gráfica (los cartuchos rondaban los 4-8MB). No en vano dentro de la máquina encontrábamos un Motorola 68000 y un Z80 de Zilog que era la arquitectura básica que se encontraba en las entrañas de gran multitud de muebles arcade y que incluso Neo Geo utilizaría tambien como base a su arquitectura.



Los siguientes días de tener la máquina me los pasé jugando a todas horas con mi hermano a dobles (se había comprado un pad extra para poder jugar conmigo a la vez) y no nos cansábamos de jugar cada tarde primero una partida a SoR y otra al más corto Altered Beast. Para mi sorpresa el día de Reyes cayeron como regalos Wonder Boy III: Monster Lair por parte te mis padres y Toe Jam And Earl de parte de mis abuelos maternos.

WBIII era un port de la recreativa de Sega cuya diferencia más significativa era la ausencia de algunos niveles, aún así, a efectos gráficos y jugables era un calco y una delicia sobretodo en partidas a dos jugadores

Destaco Toe Jam and Earl por ser uno de los juegos a dobles (cooperativos hoy en día) que mejores ratos me ha hecho pasar y es que además de poder jugar todo el juego acompañado, permitía poder llevar a cada personaje por separado gracias a la pantalla partida (split Screen) y vivir situaciones muy hilarantes debido al sentido del humor con el que estaba desarrollado: Sabios vestidos de zanahoria, turistas japoneses, hombres del saco, dentistas locos, tirachinas de tomate, asaltar a Papa Noel mientras dormía y robarle los regalos...Todo tenía cabida en este juego.. La verdad es que comentar todas sus virtudes ocuparía demasiado, pero recomiendo a todo el mundo probarlo.



A partir de entonces y como pasó al hacerme con Master System, aproveché cada ocasión posible para hacerme con un juego para esta pedazo de consola, pero esta vez con un cambio importante que fue el de dejar de basarme en mi criterio para elegir los juegos a través de la carátula y sus fotos a dejarme guiar por los análisis de Hobby Consolas. Grave Error. Cierto es que con Streets of Rage acertaron de pleno, pero en cambio con otros títulos con los que les hice caso me sentí totalmente defraudado y sentí que había tirado mi dinero que tanto esfuerzo me costaba reunir a la basura.
El primero de estos juegos que recuerdo fue Bart Simpson vs Space Mutants, un juego que habían dejado muy bien en la revista en su día, con reportajes sobre el juego, un análisis ensalzando sus virtudes y que lo apuntaban como una buena compra. El día que llegué a casa con el juego no pude sentirme más deprimido al ver aquellos gráficos de mierda, las animaciones ortopédicas, el desarrollo aburrido y la absurda dificultad, no propia del diseño si no del mal hacer de los programadores -Flying Edge, me acordaré de estos cabrones toda la vida-. Al día siguiente, y haciendo algo que me parece ahora impensable fui a cambiar el juego al bazar donde lo compré y me llevé en su lugar Kid Chameleon, otro juego al que en la misma revista le habían otorgado portada, preview y un análisis que lo dejaba por las nubes. La decepción al probarlo me pudo de nuevo, no tanto como el título de los Simpson pero sí bastante al ver el desarrollo tan feo del juego, su horrenda música, su diseño horripilante, etc. Aún así me lo quedé y le saqué todo el partido que pude.

Además de ser feo gráficamente, con una paleta de colores utilizada con un pésimo gusto y un diseño poco agraciado, Kid Chameleon contaba con un desarrollo muy lento, pesado, lioso y que hacía que después de un par de horas jugando se te quitasen las ganas de continuar para siempre

La siguiente decepción y última de ese calibre que me ocasionaron fue con Taz-mania, otro juego al que le concedieron portada, preview y un análisis que de nuevo le otorgaba una nota muy alta con la que me hicieron decidir a invertir el dinero ganado con la venta de la Game Gear en este título. De nuevo me encontré un horror de juego, aburrido, feo, con músicas anodinas y absurdas que era más efectos de sonido sueltos e incongruentes que una melodía digna...Y éste, por venir el dinero de donde venía, me dolió más que ninguno. Y aquí fui viendo poco a poco que la prensa escrita se trataba, más que de unos buenos consejeros para invertir bien el dinero, en un panfleto publicitario que otorgaba puntuaciones y reportajes por conveniencia. Desde entonces, aunque no dejé de comprar prensa escrita (al contrario, compraba a montones) la utilizaba más para ver qué juegos salían a la venta y después decidir yo con mi propio criterio.


Unos HIJOS DE LA GRAN PUTA, eso es lo que fueron los redactores de esa revista por recomendar la compra de este juego, muy tranquilos se tenían que quedar al recomendar tal basura y quedarse tan panchos a sabiendas que montones de crios se iban a gastar el dinero que tanto les costaba ahorrar.

Por desgracia esto es algo que no ha cambiado en el mundillo si no que más bien ha ido cada vez a más con medios otorgando grandes reportajes y notas a aquellos productos que provienen de las compañías que más invierten en publicidad o que los llevan a presentaciones exclusivas, entrevistas, etc. Cuando en realidad es el propio criterio del jugador el único válido. En mi caso, guiándome solo por portadas, capturas de las cajas e imágenes en catálogos me hice con un montón de títulos de calidad notable en mi Master System y en mi Game Gear, en cambio, en tres ocasiones que me fíe de los medios siendo un crío me llevé un chasco inmenso. Mi recomendación personal es que nunca os baséis en las puntuaciones y el criterio de nadie, simplemente jugad, jugad mucho, alquilad, ved videos y aprended a diferenciar qué juego cuadra con vuestros gustos y cuales no, así llegará un momento en que siempre acertaréis a la hora de escoger vuestra próxima compra y ya no seréis nunca más exclavos del maldio hype.

El próximo día más.

*Suspendí un montón de asignaturas.

1 comentario:

  1. ¡Hola! He conocido este blog a través de tu comentario sobre el artículo de Game Boy en Modo7.

    Me he gustado mucho esta entrada, me has hecho recordar muchos momentos de aquella generación.

    Nunca he tenido la Megadrive pero recuerdo cómo mis tias llegaron un día diciéndome que se habían comprado una consola que había salido nueva llamada Megadrive.

    Yo me quedé flipado porque la conocía por las revistas del momento y por leer su gran calidad con respecto a la generación anterior pero nunca la había visto funcionar. Tardé lo justo en ir a verla, que por cierto, fue el pack con Altered Beast también.

    Por aquel entonces tenía la Atari con juegos de NES y al verla me quedé ¡O_O!

    Ya luego al tiempo me compré en su salida la Super Nintendo con las mismas ganas que tu comentas con la Megadrive, de ahí ha habido muchas cosas con las que me he identificado un montón.

    Para mí opinión, la generación de 16 bits fue la que más he disfrutado de todas, ni la anterior ni las siguientes generaciones han sido capaces de superarla a nivel de disfrute (que no por ello es que fuesen peores, ni mucho menos) y dudo que haya alguna que la supere.

    Un saludo, Curro.

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