lunes, 29 de septiembre de 2008

Moraleja chachi 3



Por aquel entonces supongo que rondaba los ocho o los nueve años y al colegio donde iba se caracterizaba por tener un patio de recreo muy grande, y no precisamente uno de esos que proliferan tanto ahora consistentes en una explanada vacía y desolada con cuatro porterías por aquí y por allá con suelo de cemento de ambiente prefabricado a juego con las aulas de techo de Uralita. Me refiero a un patio muy grande, lleno de árboles plataneros que llenaban el suelo de hojas al llegar otoño, con un par de tiendas de comida y chucherías y material de clase, montones de lavabos y escalinatas donde uno se podía resguardar debajo, tres campos de futbito y tres más para básquet sobrando aun espacio para otras cosas.
Como en todos los patios, supongo, contaba con un sistema de desagüe con rejillas para que en caso de lluvia no se estancase y tuviese salida, pero además, en varios lugares del pavimento contaba con unas tapas metálicas de unos diez por diez centímetros que se podían levantar y que dejaban al descubierto parte de estos conductos de desagüe. Estos además, servían para que los niños escondiesen cosas o para que los más pequeños tuviesen bases secretas para los muñecos que traían al cole aunque si algún profesor te veía levantarlos te reñía porque estaba prohibido.
Pues un día servidor se andaba pululando felizmente por el patio hasta que en la lejanía vio que en uno de estos agujeros faltaba la tapa y estaba el hueco al descubierto. Como siempre he sido un buen samaritano, sobretodo de pequeño cuando aun tenía conciencia, pensé en que era peligroso para la gente tener tal hueco al descubierto y que podía pasar cualquier desgracia por lo que intenté encontrar algo para poder taparlo y no se me ocurrió nada mejor y que encajase más perfectamente que una de las tapas de otro de estos agujeros que estaba más apartado. Así que fui a la tapa más próxima, la cogí dejando al aire otro agujero de estos y con ella pude tapar el primero magistralmente.

A los diez minutos me vinieron un par de compañeras de clase a decirme que un chaval que iba corriendo había metido el pié en un agujero destapado, se había caído y se había roto la pierna.

Moraleja: No mováis un dedo para hacer de este mundo un lugar mejor porque lo más seguro es que la caguéis y provoquéis más desgracias de las que ya hay.

De nada ^^

sábado, 27 de septiembre de 2008

La mierda de máquina que nos vendió Microsoft

Aviso: Este post es fruto de la ira y la rabia

Hoy toca rebote, pero es que estoy indignado y eso que desde que compré la máquina en Enero del 2006 aun no me han aparecido las luces rojas, pero es que los problemas que va arrastrando la puta maquina chapucera de Microsoft me están empezando a inflar las pelotas.

Al poco de tener la maquinita de las narices, de tanto en tanto en según qué juegos me aparecía el mensaje de que el dvd está sucio, que lo sacase y que lo limpiase con un paño echándome al menú y jodiéndome la partida que esté haciendo en el momento. Obviamente estos errores de lectura no se deben a que mis dvds estén sucios, si no a que el lector que llevan algunas de las máquinas es una bazofia. Al principio estos errores se daban muy de tanto en tanto, en algunos casos siendo poco molestos (cargando una pista del Ridge Racer 6) y en otros una verdadera tocada de cojones (en mitad de una partida de Dead Rising cuando llevas varias horas sin salvar, por ejemplo), pero que se daban de tanto en tanto. Recuerdo que Enchanted Arms lo tuve que dejar abandonado tras la frustración de perder progresos de varias horas de juego en múltiples ocasiones pero dada la monotonía del título no me supo mal dejarlo relegado en la estantería.

Pero lo de estos días es ya el colmo, puesto que a este error de lectura se ha sumado la chapucera edición de mierda que llegó al mercado europeo de Lost Odyssey y su cuarto disco metido en un sobrecito suelto en la caja como si fuese un moco que no quiere nadie, dando como resultado que los errores de lectura salten cada dos por tres y jugar es como participar en una ruleta rusa donde nunca sabes si el siguiente escenario lo va a cargar o te va a tocar reiniciar de nuevo. No es muy agradable jugar con el miedo en el cuerpo y corriendo a salvar partida a cada paso por temor a perder el avance.

A tu puta madre es a la que le voy a limpiar la cara a ostias

Y aquí estoy, después de llevar un par de horas en la última mazmorra del juego, buscando los objetos, subiendo un par de niveles, consiguiendo habilidades y matando al boss para ver que cuando voy a salir del mapa se queda la consola colgada y me aparece el mensajito de error de lectura. Por lo tanto he perdido, una vez más, un par de horas de mi vida por culpa de esta mierda de máquina que nos vendió Microsoft.

Hasta los huevos, hasta los huevos de que a la pobre gente le salgan las luces rojas una y otra vez incluso en máquinas que acaban de recibir del SAT, hasta los huevos de que la puñetera mierda de máquina me haga un ruido de reactor oxidado cuando estoy jugando o mirando una peli, hasta los huevos de sus cuelgues, hasta los huevos de su mensajito del disco sucio y que en vez de permitir sacarlo y volverlo a meter para que continúe leyendo me eche al menú, hasta los huevos de que si dejo la bandeja de entrada sin ningún disco se atranque y no se abra, hasta los huevos que el “carga y juega” se haya convertido en un “conecta y juega” porque la batería cada día dura menos. Decepción es lo que siento con la compañía de Redmon, que me tenía ilusionado con su primera consola llena de prestaciones, juegazos y servicio online y me veo que sus putas ansias por el dinero han hecho que saque al mercado un desecho de consola.
Desde la primera PSX que no me sentía tan timado y frustrado con un aparato de videojuegos ¿De qué sirve tener el mejor catálogo si no lo puedes disfrutar con tranquilidad?

Ganas ganitas me dan de pillar la consola y machacarla contra el suelo hasta que llegue al continente australiano y se la coma un canguro

P.S: Y teniendo en cuenta que en esta generación ya se me petó Wii por la mierda de Gráfica de los chinos que lleva –puntos negros por doquier-, que con PS3 me aburro como una marsopa porque no sacan ni un juego de mi gusto (no, LBP no es de mi gusto, ni del gusto de la mitad de la gente que se lo comprará y lo dejará abandonado al mes aunque ellos no lo sepan) y que echar una partida con la PSP es cargarla durante 3 horas y jugar 2 me dan ganas de meterle una patada a la puta generación y conectar la Master System.
Me cago en todo mil veces y me cago en Microsoft mil veces más.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Moraleja chachi 2



Por aquella época los coleguillas habían empezado a sacarse los carnés de conducir y empezaban a trastear con coches. Los viernes y sábados o unos u otros solían coger algún coche viejo que tenían por casa y lo utilizábamos para salir de fiesta. Y por salir de fiesta no me refiero a lo típico que hacía la gente por aquí (y en casi todo el mundo) de ir a tomar cubatillas a los pubs o a discotecas, si no a rular con el coche interminables horas escuchando música, hacer persecuciones, dejar abandonado a alguien en alguna carretera llena de putas o perdernos por la montaña en coche y sentirnos, hasta que encontrábamos el camino a casa, más perdidos que los Teletubbies en una peli de Rambo.

Pues bien, una de nuestras distracciones favoritas en las noches del sábado era desplazarnos hasta un pequeño castillo que hay cerca de la ciudad, que se encontraba rodeado de una explanada y libre de cualquier fuente de luz. Esa pequeña extensión de terreno era famosa porque era la que todas aquellas parejas que sin tener un techo pero si un coche utilizaban para poder saciar sus apetitos carnales y echar el casquete. Nuestra técnica ninja era la de subir por la pequeña cuesta de terreno casi sin hacer ruido con las luces apagadas y aproximarnos como gladiadores motorizados hasta las proximidades de los coches, para, una vez delante, deslumbrarlos con las luces largas y saludarlos con los gritos de “¡Las manos van al pan!” o “¡Si tocas a mi hermana te mato!” (a veces sacando un bate de baseball por la ventana). La verdad es que más de una disfunción eréctil o rotura de condón habremos provocado, pero las risas al ver las caras alumbradas de las parejas con expresiones de entre sorpresa, susto y gatillazo no tenía precio.

Una de estas noches en la que estábamos de camino a nuestra zona de ocio detectamos a lo lejos un coche en la oscuridad que se prestaba idóneo para nuestro ataque, por lo que apagamos las luces y nos encaminamos hacia él muy despacio con la primera puesta y con las cabezas preparadas en la ventanilla para saludarlos. Cuando estuvimos a una distancia prudencial encendimos las luces de golpe y…Vimos que de parejitas follando en un coche nada, si no que más bien eran un par de coches aparcados uno enfrente del otro y con tipos trajeados y con mala pinta fuera de ellos intercambiando mercancía de muy dudosa procedencia. Ni que decir tiene que su cara de sorpresa superaba a la de las parejas fornicadoras, pero las nuestras no se quedaron atrás, por lo que automáticamente metimos las cabezas dentro del coche, subimos las ventanillas, echemos el seguro y dimos media vuelta (solo recuerdo que el coche en el segundo uno miraba al norte y al segundo dos estaba tirando hacia el sur a toda pastilla).
Obviamente los tíos se quedarían en el sitio cagados de miedo pensando que aquello era una redada policial, pero nosotros no nos quedamos allí a darles tiempo a reaccionar y acabar con unos bonitos zapatos de cemento dentro del río por lo que nos largamos cagando leches como nunca con esa sensación de que un narcotraficante te está persiguiendo para degollarte y no paramos hasta llegar a Estambul.

Moraleja: Deja follar a la gente en paz.